lunes, 7 de junio de 2010

¿QUIEN ES UNA PERSONA FUNCIONAL?

Iniciare, primero, con la definición de PERSONA que viene del latín: persōna y este del griego :prósōpon (máscara del actor, personaje) y el termino de FUNCIONAL: concepto vinculado a algo o alguien que funciona o sirve.

Tomándolo de esta manera seria interesante entonces concluir que una persona funcional es aquella que a través de su personaje funciona en lo que hace.

Y de aquí tomaré la referencia de Tolle en que dice que todos, diariamente encaramos personajes. Estos personajes son seleccionados consciente e inconscientemente por nosotros.

Los ejemplos más característicos de personajes que tomamos son: padre, hermano, hijo, estudiante, ciudadano, amigo, empleado, etc. Y asumimos un papel que desempeñamos ante la situación.

Cuando me convierto en padre, asumo el papel de padre que quizás socialmente sea para mí el más común. Resolver los problemas propias de una familia, ser el sostén económico, resolver problemas con los hijos etc. La pregunta seria ¿ en mi personaje de padre soy funcional? ¿funciono?.

Los personajes los vamos seleccionando de acuerdo a las necesidades y si durante la mayor parte del día he tenido el papel de padre quizás en la noche, seleccione el papel de hijo, cuando tenga que ir ver a mi madre y esa sea otra función o papel que tengo que desarrollar.

¿Todos los personajes o papeles que represento son funcionales? Es la pregunta más representativa y grande.¿Lo que hago funciona?.

Aquí también sería interesante ver si los personajes en que me transformo son seleccionados conscientemente o inconscientemente. Muchos hemos seleccionado un personaje del cual nunca renunciamos durante el día. Y sucede que aquel que cree que su personaje de padre es lo mejor que existe lo trae puesto en toda ocasión que cuando tiene que ponerse el personaje de pareja, mejor lo evita argumentado que su deber primero es ser padre antes que todo. Su personaje se vuelve disfuncional. No funciona y carece ya de un sentido para funcionar ante la vida.

El personaje es parte de la vida, mas sin embargo la vida no es el personaje. Es decir, yo no soy el personaje, mi personaje solo es una creación mía para resolver una situación en relación a las necesidades que se me presentan. El personaje es una creación, y no al revés. Mas en muchas ocasiones el personaje toma el timón del “Ser” que ha creado el personaje. El “Ser” está dormido y el personaje actúa instintivamente sin timón.

¿Quién es el creador del personaje? ¿Quien está detrás del personaje? ¿Quién decide crearlo? Sería difícil describirlo más sin embargo la palabra más común que he escuchado es “Ser”.

La palabra “Ser” va mas allá de cualquier definición, porque etiquetarla seria reducirla a una porción o encajonarla a un personaje. Es como si nuestra vida fuera una película donde seleccionamos el personaje que deseamos actuar en esa historia. Quizás el personaje sea malo, bueno, alegre, triste, etc. En esa película yo me transformo en el personaje, pero no soy el personaje. Para términos comunes, me transformo en el personaje para entrar en una historia y con ese personaje realizar una función que he decidido hacer. El actor crea el personaje y le da vida, pero no puede ser al revés.

Muchos de nosotros estamos atascados en un personaje disfuncional. Ya no funciona. Esa careta o transformación la traemos de día y noche y no somos capaces de transformarnos de acuerdo a las circunstancias. Y somos como agua que pude convertirse en lluvia, en nieve, corre por un rio, ser parte del mar y luego regresar a su inicio…. Ser nuevamente agua, y aunque siempre lo fue desarrollo una transformación para convertirse en algo que en su momento era importante naturalmente. Fue lluvia y formo parte de una nube, y aunque se transformo en lluvia nunca dejo de ser agua.

Así pasa con nosotros, detrás de nuestro personaje esta nuestro “Ser” nuestra esencia, somos el actor no el personaje, somos el agua no el rio, somos energía solo transformada para fines de funcionalidad.

Regresar a lo que somos es volver a nuestro origen, a nuestra creación, no confundir nuestros personajes con su creador. Muchos están atrapados en su personaje y no saben que es su creación. Bastaría con tener conciencia o presencia de lo que son para poder quitarse ese disfraz.

En nuestra sociedad existe un personaje característico que se manifiesta continuamente y que hemos heredado y que vamos a heredar a muchos de nuestros hijos. Este personaje muchas de las veces es una creación inconsciente que actúa en automático y su principal alimento es la queja. Me refiero al personaje de Víctima.

Es el personaje de la irresponsabilidad, nadie se hace responsable de lo que le sucede. Más sin embargo es el personaje de “la no vida”, el personaje de la ausencia. Quien se transforma en él intenta quejarse de todo y no hacer hacerse responsable de sus acciones. Cree que todo lo que le sucede es responsabilidad de la sociedad, gobierno, familia, Dios, empresa o de cualquiera que este enfrente de él, pero nunca se hará responsable.

Vive en la eterna queja y su plática común es lamentarse de lo que le sucede. Nunca está contento con lo que tiene y siempre le encontrara el lado malo a todo lo que le pasa. Piensa que el cambio viene de afuera y que su función es esperar a que suceda. Llora, gime, grita para ser escuchado porque está seguro que lo que le sucede no es su responsabilidad.

Su salvación siempre está en el futuro o en la esperanza de que otro lo llegue a salvar. No está conforme con su vida y siempre está en busca de algo que desconoce o ni siquiera sabe que es. Le cuesta mirarse como víctima, porque observarse como tal implica reconocerse y hacerse responsable y eso no es lo que desea. No vive su vida porque nunca se mira.

Este personaje, es una creación muy común en la sociedad. Lo nutrimos constantemente y aunque sea creación sea consciente no cumple con el apartado de “funcional”.

Deberíamos revisarnos constantemente y observar todos los personajes que estamos creando deliberadamente. Cuáles son los más comunes y mejor aún, si estos personajes son funcionales porque muchos ya están fuera de tiempo y son anacrónicos.

Cada vez que interactuamos con alguien más asumimos un personaje, creamos las condiciones para que la persona que está con nosotros se sienta acogida. Al menos debería de ser así, porque cada relación implica un encuentro profundo.

Mas, sin embargo, las relaciones continuamente son frías porque el personaje se adueña de nuestro Ser y no permite experimentar ninguna nueva transformación. Y sucede que aquel que es un excelente empleado llega a su casa con el mismo papel querido actuar de la misma manera, como un empleado excelente, cuando su transformación debería de darse en relación a lo que siente, a su intuición.

Nos hemos quedado petrificados defendiendo a nuestro personaje, hemos hecho de nosotros una imagen que cualquiera que hablé mas de ella o tenga un concepto diferente es motivo de nuestro coraje.